Durante años hemos sufrido el impacto de la A-8 sin que nadie se preocupe por ello. Ni siquiera se han puesto unos paneles que amortiguen el ruido en una zona lúdica y de esparcimiento como es el bidegorri, donde resulta agobiante el ruido. Posiblemente no hemos tenido ni la fuerza ni el eco en los medios de comunicación que por ejemplo han tenido los vecinos de Sabino Arana en Bilbao, pero lo cierto es que cómo vamos a pedir que instituciones más lejanas nos tengan en cuenta si ni siquiera las más cercanas lo hacen.
Ahora vamos a tener un auténtico monstruo en la puerta de nuestras casas, y antes de que nos demos cuenta el ambiente rural y tranquilo de Urioste será solamente un recuerdo de los más mayores.